La COP26 y la necesidad de capturar CO2

11 noviembre 2021

La COP26 encara su recta final y todo el mundo espera que la humanidad, dividida en diferentes países, llegue a un acuerdo para ir más allá de las palabras y establecer unos mecanismos para realmente limitar el calentamiento del planeta a los 1,5ºC que fijó el acuerdo de París.

Limitar el calentamiento, según explica el IPCC en sus informes, implica reducir inmediatamente las emisiones de gases de efecto invernadero y convertirse en negativos en carbono en el año 2050, es decir, que la humanidad saque del aire más CO2 del que vierte.

La inercia que llevamos no indica que vaya a ser una tarea fácil:

Emisiones anuales de CO2


Según se puede ver en el gráfico las emisiones sufren una aceleración muy importante a partir del año 1950, con la bajada en 2020 por la pandemia pero con previsión de incrementarse hasta niveles anteriores en 2021.

Veamos ahora qué ha sucedido con la población mundial durante este tiempo (en millones de personas, fuentes Gapminder & UN):

Y con el PIB (en dólares del 2011, fuentes World Bank & Madison):

Por último, el consumo de energía ha sido el siguiente (fuente Universidad de Columbia):

Queda claro que al incrementarse la población también se ha incrementado el consumo, todo ello sustentado por unos requisitos energéticos cada vez más importantes, satisfechos en gran medida por combustibles fósiles (80% a día de hoy) que han ido llenando la atmósfera de CO2 (y otros gases de efecto invernadero) al ser utilizados.

Además, la humanidad necesita cada vez más extensión de tierra de cultivo y un mayor número reses para ser alimentada. Por lo tanto hay emisiones adicionales causadas por la agricultura y la ganadería, y también por la deforestación.

La foto de la generación global de emisiones en 2016 es la siguiente:

Con estos datos en la mano, para reducir las emisiones necesitamos, como mínimo:

1. cambiar nuestras fuentes de energía
2. cambiar cómo producimos bienes industriales
3. reducir el número de cabezas de ganado
4. ser más eficientes energéticamente

Y todo esto dentro de una tendencia de crecimiento de la población que pone las cosas más difíciles.

Sin entrar en consideraciones de cómo deberíamos adaptar nuestro modelo económico y social para hacer frente al cambio climático y de la imposibilidad de crecer indefinidamente en un planeta finito, nos centraremos en el terreno energético, puesto que genera un 70% de las emisiones mundiales.

Partiendo de la base de que no es probable que las necesidades energéticas mundiales se reduzcan en un futuro cercano, debemos de tener en cuenta las alternativas actuales a los combustibles fósiles: la energía nuclear, la hidroeléctrica y las renovables.

La energía nuclear tiene como principal ventaja su previsibilidad y estabilidad, pero tiene limitaciones en cuanto a la seguridad y a la generación de residuos radiactivos. Su tecnología seguramente mejorará, pero probablemente mantenga un aporte bajo en la producción energética.

La hidroeléctrica está ya casi toda explotada. Es fuente de tensiones geopolíticas en aquellos embalses situados en ríos que atraviesan distintos países, además de depender de un régimen pluviométrico més incierto debido al cambio climático.

Las energías renovables parecen ser la mejor alternativa. Y cuanto antes se implementen, mejor. Pero tienen varias limitaciones. No dan la energía de forma continua porque el viento no sopla siempre y el sol no lo vemos siempre brillar. Por eso se necesitará acumular su energía reduciendo la eficiencia total. Además para funcionar requieren componentes que son finitos y altamente concentrados geográficamente, como tierras raras y cobalto, y con una minería muy poco sostenible.

Así pues, a pesar de que lamentablemente no sea lo mejor para el clima, la humanidad será previsiblemente dependiente de los combustibles fósiles durante varios años más, siempre que se quiera evitar un colapso económico y social sin precedentes.

Por eso a la mayoría de países les cuesta tanto tomar compromisos ambiciosos, concretos y vinculantes de reducción de emisiones.

No tendremos más remedio que capturar dióxido de carbono. CO2 ya emitido y CO2 que continuaremos emitiendo durante estos próximos años. Y también tendremos que confiar en que el ingenio del ser humano haga funcionar otras fuentes de energía como el reactor de fusión.

Cuanto más tardemos en desplegar la eliminación masiva de CO2 de la atmósfera, más profundos y duraderos serán los efectos del cambio climático. Y mientras tanto nuestra capacidad de cooperación con el resto de seres humanos y nuestra solidaridad hacia el resto de especies marcarán finalmente cuánto daño le hacemos al planeta.